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El doctor miró a Joy y le dijo que lo lamentaba, luego agregó que habían hecho todo lo que estaba a su alcance. El doctor bajó la cabeza con pesar. Él sentía una profunda culpa y lamentaba no haber sido capaz de realizar su trabajo exitosamente.
Joy miró el rostro del doctor y ella palideció totalmente. Joy y Roberto estaban devastados, no podían creer que acababan de perder a una de sus amadas gemelas.
Todo parecía una enorme pesadilla y los tristes padres necesitaban despertar. Durante todos esos años, Joy y Roberto conocían esa terrible posibilidad, pero siempre había quedado una pequeña esperanza de que todo saldría bien.